Elegantes damas de grandes pelucas y escote generoso conspiran junto a depravados caballeros de lunar pintado y calzas ajustadas para derrocar todo vestigio de moralidad en la corte francesa del SXVIII. Se acerca la revolución y sus cabezas quizá corran peligro, pero para estos cínicos aristócratas el juego sublime de la seducción y el erotismo, de la manipulación y la conquista está por encima de cualquier consideración. El amor en Las amistades peligrosas es una cruenta batalla en la que alzarse sobre los restos del corazón derrotado, es vencer en una apasionada lucha en la que la traición, la crueldad y la astucia serán las claves.
Pero esta gran novela es mucho mas que un elegante muestrario de frívolos clichés de corte, de esteticismos decadentes o cortesías aristocráticas. Las amistades peligrosas se publicó en 1872, 7 años antes de que las guillotinas se levantasen en Paris. La atmosfera del libro nos transporta a ese ambiente cortesano de la época aunque va más allá de retratar esos convulsos años. Nos muestra terribles aspectos del comportamiento humano, rasgos que trascienden la mera anécdota romántica y su tiempo. Rasgos de nuestros carácteres profundamente perturbadores. Con tal genialidad y verosimilitud que, con esta sola obra, Choderlos de Laclos alcanza la inmortalidad.
Cartas de amor
Cuando abres este subversivo, cautivador y escandaloso libro, su formato epistolar puede sorprenderte. La historia se cuenta a través de cartas cruzadas que escriben entre si los principales personajes. Sus nombres y títulos nobiliarios, el elaborado lenguaje de la época o la aparente lentitud inicial puede resultar un hándicap para el lector acostumbrado a literaturas que no supongan esfuerzo. En Las amistades peligrosas deberemos observar y escuchar, seguir, al principio con atención y después con fascinación, los sinuosos devaneos de los dos protagonistas y sus victimas.
También nosotros los lectores, seremos seducidos sin remedio y nos escandalizaremos con los encantos peligrosos de la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont, por su deslumbrante muestrario de bajos instintos: crueldad, venganza, sadismo (Sade, otro contemporáneo!), manipulación, frivolidad y egoísmo. Y por otro lado admiraremos, aunque algo aburridos de sus virtudes convencionales, a las victimas: la honrada y fiel Madame de Tourvel o la inocente e infantil Cécile de Volanges, fieles ejemplos de una sociedad hipócrita y pacata, de su doble moral y represión y del culto a las apariencias.
La interacción entre estos dos polos antagonistas me parece el verdadero motor de la historia y lo que la dota de una profundidad sobrecogedora que eleva el drama a categoría trágica y nos mantiene aferrados a sus paginas hasta el final. Un final donde la trama se desvía de lo amoral para ‘castigar’ a todos los protagonistas, pero sin caer en la santurronería o la moraleja.
Si un personaje destaca entre el abanico de retratos del libro, cada uno con voz propia, es el de la Marquesa de Merteuil. Un gigante literario con el que llegamos a simpatizar a pesar de su libertina duplicidad y carencia de escrúpulos. Entendemos en parte su maldad, nacida de la frustración de ser mujer en una sociedad patriarcal en la que el papel femenino es meramente decorativo. Y que debe esforzarse por ser fiel a si misma conservando una imagen de respetabilidad.
Maldad elegante
Las amistades peligrosas es un libro inolvidable que pone en entela de juicio la hipócrita moral burguesa y a la licenciosa y cínica aristocracia. Que dispara certero en todas direcciones. Que viste con el mejor arte lo mas bajo de nuestra naturaleza. Quizá por ello su autor sobrevivió a la escabechina publica de la revolución francesa.
Recomendable también su muy famosa adaptación al cine de 1988, dirigida por Stephen Frears, con Glenn Close, John Malkovich, Michelle Pfeiffer y Uma Thurman. Aquí tienes su trailer en castellano.
Si te ha gustado esta reseña, disfrutarás con esta otra sobre la genial La muerte en Venecia de Thomas Mann, aquí.