Alvaro Urkiza

Literatura, viajes & arte

2666, Roberto Bolaño

2666 es colosal, enigmática, gigantesca, ambigua, una oda al poder regenerador de la novela y un desafío lector de primer orden. Un libro que indaga en lo inconmensurable sin aportar respuestas, que merodea el sentido absoluto pero no llega a tocarlo, que plantea y estimula, que siembra y continúa adelante sin esperar la cosecha.

Cinco en uno

La novela póstuma de Roberto Bolaño es considerada su mejor obra, por encima incluso de la más popular Los detectives salvajes. Apareció como un solo volumen aunque el autor la concibió como 5 libros independientes. El editor de Bolaño recomendó que fuese así para ayudar financieramente a su familia, al morir Bolaño en el 2003 a los 50 años, esperando un trasplante de hígado que nunca llegó. Su formato inusual, su extensión (más de 1.000 pgs.), enigmático titulo y carácter de obra inacabada alimentaron su fama y reputación de obra maestra.

¿Pero es 2666 una obra maestra? Tras años de furioso «Bolañismo» en que se han hecho infinitas interpretaciones sobre ella, las opiniones varían desde la absoluta veneración al más completo rechazo. Guste o no, este libro no deja indiferente. Quizá ese sea ya el primer indicio de su grandeza. Porque esta novela exige al lector una actitud proactiva que sólo los mejores libros se atreven a pedir. Frente a su obstinada extrañeza, a su hipertrofia, a su insistente severidad, incluso al ocasional tedio que pueda provocarnos. 2666 recompensa con creces esa entrega y nos deja, a pesar de su enormidad, con ganas de más al terminar.

Si consideramos obra maestra a aquella que pasa a residir en nosotros tras su lectura, a aquella que toca con manos invisibles lo consciente y subconsciente, influyendo desde entonces en nuestra visión del mundo, esta es una ellas. Bolaño consigue, al margen de la intensidad de los hechos que cuenta, más allá de la evidente maestría narrativa, de su fascinante voz literaria, evocar en nosotros las cuestiones fundamentales de la existencia. Como si esta novela fuese una eficaz psicoanalista de incognito.

Preguntas y hallazgos

2666 es una búsqueda aparentemente infructuosa que se revela llena de hallazgos. Son mil preguntas sin respuesta, como el mismo significado de su título. Preguntas a las que, usando la ambigüedad infinita de lo cotidiano, espantoso o ridículo, Bolaño obliga al lector a confrontarse. Como historia, su naturaleza y significado son esquivos, pero el libro sin duda transmite algo profundo e indefinible. Bolaño logra crear una novela que hace lo que debe hacer toda gran novela: proporcionar un marco, un espacio para contemplar la lucha por el sentido en un mundo donde lo monstruoso convive con la Gran Belleza.

El argumento descuartizado

La trama, según Bolaño, está sobrevalorada. Debemos participar en la interpretación del libro, interactuar con el autor, pues 2666 no tiene una narrativa ordenada; su tesis general y la argumental están abiertas. La novela permite una variada interpretación de la multitud de preguntas que plantea y nuestra parte del juego es buscar esa pieza que completa el puzle de la trama, y de la vida misma. Entender que el deseo de comprender es la clave, más que llegar a comprender. Que aceptar la incomprensibilidad de la vida y la duda saludable es vivirla con sentido y trascendencia.

Al estilo 2666

Dentro de cada una de las cinco partes del libro hay cientos de historias cruzadas que aparecen y desaparecen dejando lugar a otras: triángulos amorosos, digresiones filosóficas, observaciones cotidianas, recuerdos. Todo ello contado con fluidez natural pero usando frases extensas, a veces de paginas enteras, con un hilo inconexo y diálogos y narración que pasan sin previo aviso de la tercera a la primera persona y viceversa.

En ese sentido la escritura de Bolaño, más que conmovedora, me parece conmocionadora. Su prosa, sus historias y personajes, bailan sones de comedia, de farsa, de cruel crónica de sucesos, de folletín o de thriller. La calidad innegable del autor y sus dotes quirúrgicas provocan efectos secundarios en el lector durante días y noches, como los buenos ocho miles, esas gruesas novelas de más de ochocientas paginas, que están hechas para ser vividas mas que leídas. Adéntrate en 2666.

"¿Qué crees que es la optofobia? preguntó el director. Opto, opto, algo que ver con los ojos, Dios mío, ¿miedo a los ojos? Peor aún: miedo a abrir los ojos."
Roberto Bolaño, 2666

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