La luna llena ilumina ahora este camino igual a todos y distinto a la vez. Un trocito de asfalto anónimo que nos acerca al paraíso. Acelero y la moto responde haciendo carreras con su propia sombra, fluye determinada entre aromas de plantas nocturnas y brisa fresca.
Sumbawa se abre desconocida y es el último destino de este giro en redondo. La isla es grande comparada con sus vecinas Lombok y Bali. Casi despoblada, bellísima, sus minas de oro y cobre nos facilitan buenas carreteras durante un tiempo tras desembarcar. Después nuestras motos no encuentran más que pistas y, muy de vez en cuando, gente.
Las montañas que bordean la costa crean hermosos acantilados y ensenadas aun no exploradas e ideales para el Surf. La costa sur de la isla desde el final del asfalto hasta Lakey Peak tiene más de 300 kilómetros de últimas fronteras, de imaginación y posibilidades. Tenemos que parar y extasiarnos con la belleza serena que nos rodea sin advertencia.
Esta es tierra de caballos más que de vehículos a motor. Orgullosos jinetes, legendarias monturas que protagonizan las gestas de la tradición oral. Y es antes isla de camiones y motos que de automóviles. También lugar de accidentes espectaculares sin cobertura de prensa o televisión.
Las sierras altas envuelven valles que en la estación seca mudan el verde lujurioso por un color pardo salpicado de monos cruzando la estrecha carretera. A veces atacan, otras solo miran indiferentes a nuestra caravana o escapan entre la espesura.
Hacia las olas continuamos ruta esquivando el descarrile de un enorme camión, pueblos herméticos en su densidad inesperada, olores agresivos y búfalos suicidas. A cien mil años luz de la realidad, prostitutas y técnicos occidentales juegan al billar bajo la luna que ilumina la carretera de una sola dirección y canciones MTV, hits de este año 2006.
La marea alta dificulta las cosas llegando a Scar Reef, se engullen las ruedas en arena húmeda y nos hacen caer. Descender la colina hasta la playa es toda una odisea solitaria con la mejor recompensa.
Barcos piratas amenazantes llenos de filibusteros del Surf recorren las costas mientras los pobladores de la isla viven inmunes a su presencia. La sensación de invisibilidad continua mientras nuestros trajes de baño se secan al aire cálido del on the road. Mimetizados entre nubes de polvo arenoso, 100% tópicos free, recibimos la bienvenida de estas gentes sin prejuicios.
Aquí el arroz es importado de islas más húmedas, el pollo escaso y el pescado magro y sin especias. Todo es escueto y ajustado a lo necesario. Estrictamente maravilloso.
Arrecifes en marea baja nos descubren vida extraterrestre: erizos gigantes de mirada tierna, serpientes de mar introvertidas, peces extravagantes y solidarios, texturas desconocidas. Los cofres llenos de oro y esmeraldas reflejan cada mañana la bahía durmiendo entre anémonas y corales.
Y sobre la orilla de naufragios y tesoros sumergidos, las olas se estiran y enrollan, analfabetas, sin espejos. Ignorantes de si mismas. Hemos llegado.
Poto Tano, Taliwan, Bima, Dompu, Sumbawa Bessar, Sape, Lakey Beach… Indomorriña, Saudadindo!
Indomorriña indeed!