La costa de la península ibérica que mira al Atlántico se entrega al mar en el Algarve. Se somete lánguida y discurre entre dos cabos, el de Finisterre y el de San Vicente. Sus faros destellan ráfagas de luz y de tinieblas llenas de mitos añejos e intuiciones de vida al otro lado del océano.
María Vinagre, aunque medio tuerta y mostachuda, sonríe aviesa mirando a los turistas que buscan un mecánico en Domingo. La vieja y el bastón se sostienen bajo el palio amable del sombrero desflecado. Sentada al socaire y bebiéndose entera otra puesta de sol, María se regocija con la vida que vive.
Las raíces del vino alentejano, enterradas en arcilla y arena, sujetan la parra de Trincadeira a laderas tapizadas con diente de león, amapolas y lavanda. Las uvas se alimentan de brisas marinas y maduran al sol de poniente sangrando luz crepuscular. El aire está lleno de magia, sabiduría y latitudes atípicas y fronterizas.
Los pueblos del Algarve se ufanan de su cualidad discreta y sin artificios. Estrictamente deliciosos. Son conscientes de su excelencia y aparecen en el recodo de la duna a la vez estólidos y expresivos, como el aguardiente Medronho y el caliente Piri Piri.
Desde Ayamonte hasta Lagos, desde Sagres a Odeceixe busco tesoros y los encuentro. Junto los dedos y no puedo sostenerlos; están hechos de olas y brisa, de arena. Esta tierra me los brinda, fugaces y por eso únicos. Esta tierra fecunda, bendecida, bamboleante como un fado ebrio de tristeza y sonrisas. Venid y cantadla, diluiros en jardines de cuneta hechos con flores sin apellidos. Disolveros en suspiros de arroyo y en miradas perdidas sin trascendencia. Algarvaros, querid@s.
!Pero que bonito lo cuentas! dan ganas de irse contigo de viaje….
Voy pa canada, te apetece venir…??
Bonito viaje, lleno de sentimiento.
Me gusta ir pasando por tus ricones… poco a poco.
Saludos , Alvaro.
Gracias Yolanda, asi se camina, se bebe, se ama y se vive, poco a poco. Bienvenida siempre!
Gracias a ti, por tu acogida…